lunes, 28 de abril de 2014

PRÓXIMOS RETOS

Después del tremendo pateo por Lanzarote (cada vez que lo pienso más ganas tengo de tirarme al monte otra vez), he pasado unas semanas de total descanso para recuperar molestias musculares y sobre todo kilos de peso. Ya estoy algo mejor así que vuelvo a plantearme historias.

Por de pronto voy a probar con la piscina y el gym a partir de mayo. Aquí por 35e hay una piscina cerca de casa muy apetecible y además con gimnasio al lado, que me va a venir de lujo para seguir ganándo peso y algo de volumen. 

Lo siguiente será la bici: el próximo 24 de Mayo se disputará la I Fuertebike, con un recorrido espectacular de 80km que recorre casi todo el norte de la isla, desde Corralejo hasta la montaña de Tindaya y vuelta. Siempre a la vera del mar y por recorridos muy bien señalizados y bonitos de andar en bici. El director del centro donde curro me convención y de paso se lo ha currado prestándome una bici para ello. Ahora habrá que mimarla y prepararla a base de entrenar. Por de pronto, el próximo finde aprovecharé el día libre para después de la manifestación, ir a llevar la bici unos cuántos kilómetros.

Tengo pendiente también una carrera de 10 km a mediados de mes en Las Palmas de GC aunque esa prueba me la tomo en plan tranqui porque la uso de excusa para ver a la peñita de allí y hacer turismo, más que para correr como tal.





miércoles, 9 de abril de 2014

ULTRATRAIL MARATHON LANZAROTE 2014

Bueno, ya casi ni me duelen las piernas jejeje.. ¡Qué pasada de carrera! Tremendo el circuito, muy, muy duro, difícil de explicar y difícil de volver a repetir esas sensaciones vividas.

El viernes llegué a Lanzarote en barco desde Fuerteventura. No había entrenado mucho, y por primera vez desde que entreno, he entrenado no en función a los kilómetros sino al tiempo de práctica, corriendo a ritmos muy bajos, preocupándome por no ir demasiado rápido y cuidando la técnica de carrera para evitar lesiones. Aun así llegué con dolores en el isquitiobial, algo que vengo arrastrando desde Octubre del año pasado.

Manolo me recogió en el puerto y me llevó a Costa Teguise para recoger el dorsal y para pegarnos un señor homenaje en forma de cena gratis en el Hotel Sand Beach.

A la mañana siguiente fuí hasta el Gran Hotel en Arrecife para coger la guagua que nos llevaría hasta la Ermita de Mancha Blanca en donde se encontraba la salida de la Marathon. Me sorprendió muchísimo el poquísimo número de participantes. Estábamos casi en familia, éramos unos 40 o así. Eso me dió algo de miedo, porque viendo al personal en plan superpreparados y siendo (como casi siempre) yo el más gitano de todos me dije: "¿Qué coño hago yo aquí?". Lo bueno es que al ser poca gente vas charlando con todos y al final conoces a media carrera (literal).

La salida se retrasó un par de minutos por un tal Alberto Peláez, que llegó a nuestro punto 3 horas después de haber salido a 42km de dónde estábamos... 83km en 7h 45" se metió entre pecho y espalda el colega,... dos marathones en 3h y con más de 3000m de desnivel acumulado. Quítense el sombrero y aplaudan. Brutal.

El inicio lo hice fuerte, me flipé un poco con el paisaje y con el sendero que iba entre piedras rodeando las vides por malpaís. Tremendo, y muy técnico. Iba justo detrás del grupo de cabeza, hice los primeros 3km en 5min/km. No quería tener a nadie por detrás que me agobiara y tampoco perder de vista a los de delante, para no perderme. Luego cuando salimos sobre el km 4 a un sendero en muy buen estado, aflojé hasta mi ritmo, sobre 6 min/km. Iba tranquilo y fuerte. Se empezaban a sentir los primeros calores mientras íbamos pasando entre volcanes, malpaís, bombas piroclásticas, etc... estábamos corriendo dentro de Timanfaya, imposible de definirlo, como aquella montaña roja que dejamos a la derecha por el camino, increíble, pura magia.

Los de delante mía se equivocaron de camino y yo con ellos, así que estuvimos como 10 o 15 minutos fuera de la carrera y claro, nos pasó hasta el apuntador. Una putada. La verdad es que estaba muy mal indicado el camino, llegué a perderme hasta en 3 ocasiones a lo largo de la carrera. He de decir que la organización de la prueba en general estuvo por debajo del aprobado: cambios de última hora, mala señalización, horarios poco claros,... muy mejorable todo.

Después de aquello fuimos por un camino que nos llevó a subir un pequeño volcán, con una pendiente imposible. Encima los pies se enterraban en el rofe (lapilli) y las piedras se metían en las zapatillas,... y lo peor fue al bajar. Todo el mundo tenía que parar después para quitarse los zapatos y sacar las piedras de adentro... 

Después de volver a equivocarme (dos veces más) por el camino, subimos una pequeña montaña bastante dura y desde ahí descendimos por un buen camino hasta Gería, en donde están las bodegas más famosas de la isla. Durante ese rato estuve charlando con un majorero durante un par de kilómetros. Él andaría gran parte de la carrera detrás mía. 

Avituallamiento, parada a beber, a comer y a charlar un rato, bajar las pulsaciones y luego para arriba (nunca mejor dicho). La montaña no terminaba nunca y toda se hacía andando, no era posible correr o trotar por la pendiente. Ya arriba me dieron un par de sustos los cuadriceps así que empecé a tomarme en serio lo de comer y beber. Bajé con tranquilidad, olvidando a los que llevaba por delante, aunque siempre intentando no perderlos de vista. Subida suave y después bajada hasta Uga para descansar, beber, comer y... charlar un rato.

Después todo era subida, paseo entre camellos incluido, en los siguientes 7-8 km. Y además, cuánto más se subía, más duro se ponía. El calor era insoportable, no había sombra ni vegetación alguna y no soplaba nada de aire, era asfixiante. El camino lleno de piedras lo empeoraba todo. El final de la subida a la Atalaya era de lo más duro que he hecho jamás, iba a 185ppm ¡andando!. Ésta subida y la bajada posterior hasta Femés la hice con un marine canarión, era su primera carrera pero el pibe estaba dando la cara a pesar de que ya iba un poco cascado. La charla siempre ayuda en estas historias y juntos hicimos camino hasta el tercer avituallamiento.

Así llegamos a Femés. Estuve como 15 minutos allí comiendo, bebiendo, rellenando la camelback y echando hielo en la gorra. Estuve unos minutos a la sombra y después me despedí del canarión para tirar para arriba de nuevo... vaya cuestita quedaba hasta el pico de la Aceituna... bufff las piernas iban al limite.

Después de la dura subida, venía una bajada larguísima y muy, muy técnica, por un estrecho y predregoso camino que incluso llegaba a ser peligroso en alguna zona. Se podía ver Puerto del Carmen a la izquierda y las Salinas del Janubio a la derecha: precioso. Después de un poco de sube y baja, llegaría un durísmo descenso por un camino lleno de piedras perfecto para acabar con cualquier rodilla que se precie. Esa bajada terminaba en la carretera que va al sur de la isla, la cual seguiríamos unos dos kilómetros hasta pillar un estrecho sendero rumbo a Papagayo. Curiosamente fue el tramo en el que mejor me encontré y hablamos de los kilómetros 32-35. Luego apareció el viento (en contra), se mantuvo el calor y apareció el cansacio más que nunca. Así que ya era correr de la manera que fuera para terminar, y parar a caminar en el momento que notaras que se subía cualquier músculo. Iba haciendo camino con dos corredores, uno de ellos ¡en escarpines!

Llegando al carril que va para las playas de Papagayo me encontré con Manolo y Seven que estaban por allí con el coche. Me dio un subidón verlos por allí, y eso me ayudó a llegar al último Avituallamiento a 4km de meta, justo antes de pasar por la playa de Papagayo (durísmo correr en esas circunstancias por la arena). Subida y bajada muy técnicas hasta llegar al paseo marítimo de Playa Blanca y ya, casi arrastrándonos, final en el Puerto de Marina Rubicón con un tiempo de 5 horas y 33 minutos. Media hora antes de lo previsto por mí y con la sensación de que podía haber terminado 20 minutos antes si no me hubiera perdido y si no me hubiera entretenido tanto. Cumplí mis objetivos: tomar buenas fotos, disfrutar del paisaje y la carrera, llegar a meta, llegar antes del cierre de la meta (8h) y a ser posible estar sobre las 6 horas. Perfecto.

Pero lo importante es que disfruté de la carrera, del paisaje, de la magia de esta isla y de los compañeros de fatigas. Es increíble esa sensación de triunfo tan solo por llegar. Te sientes un superhombre o algo así, es algo que está al alcance de muy pocos y por eso mismo terminas hablando entablando amistad con todos. Llegamos tres juntos, ninguno nos conocíamos de nada, y sin embargo terminamos abrazándonos en meta. Llegabas al comedor y tenías nombre, eras el de Jerez que venía echando fotos por el camino, o el que pedía cervezas en los avituallamientos en vez de agua... estaba el militar, el que nunca había corrido un marathon, el que llevaba 4 años corriendo esta prueba o el que corrió con escarpines (lo juro) porque según él, era lo más minimalista que existe: una pasada el ambiente. Y luego el sentir de disfrute, de que no vienes a competir de ningún modo, sino a deleitarte con el paisaje. Muy guapa la experiencia y eso sí, también muy dura.

Por mí correría mil veces estas pruebas, pero hay que estar muy preparado y "perder" muchas horas entrenando para llegar aquí, y eso es lo que me echa para atrás en estas historias... pero bueno quién sabe... no descarto nada, porque no me pongo límites... nunca.

Recent Comments

Recent Posts