Noche sin dormir, como siempre, muchas ganas de correr, duchita, desayuno completito, mochila preparada y camino hasta el parque Tiergarten, dejando a un lado el Bundestag y mirando de reojo la puerta de Brandenburgo. Ni siquiera quise visitarlo en días anteriores, no quise verlo hasta el km 42, casi como obligación autoimpuesta.
La organización: brutal. Sin esperas, sin colas, todo al milímetro, con bolsas de plástico de Adidas para resguardar del intenso frío mañanero. Multitud de WC al lado de los cajones de salida, servicio de guardarropa y miles y miles de personas: más de 47.000 esa mañana. Brutal. Era imposible ver el inicio y el final de la fila de personas que cubrían la avenida del parque rumbo a la plaza de la Victoria. Dos cosas negativas: hay tanta gente que es imposible llevar un ritmo digno en los primeros 6-7km y si me apuras diría que no tuve pista libre casi hasta el km 30 (pero es lo que tiene correr con 47.000 hippies más). Mucho peor que en París. La salida se hizo eterna, las estrellas salieron con más de ¡20 minutos! de adelanto respecto a mi lugar de salida. Y lo otro: ¿cómo la gente acredita marcas por debajo de 3h45 cuando luego los ves a ritmo de 6´30/km o disfrazados de botellín de cerveza? Me parece una falta de ética y un autoengaño. No tiene sentido salir 5´antes que yo si luego sabes que tu tiempo "neto" va a estar 10-15´ por debajo de tu puesto en salida... Pasé toda la carrera adelantando, a base de acelerones sin sentido o esquivando gente que se paraba en los avituallamientos a beber como el que está en la barra de un bar: un despropósito.
Tras salir del parque, no sin antes pasar por la rotonda de la plaza de la Victoria, llegamos a Strabe y pasamos por una preciosa universidad. Avenidas enormes y giro a la derecha al llegar a Ernst Reuter Platz. A partir de aquí la carrera se estrechaba muchísimo y era casi imposible correr, pasé un par de km por fuera de la calle. Ya había muchísima gente en las calles animando, desde las 9.00 de la mañana, algo que se agradecía. Pronto dejó de hacer frío. Mientras tanto, hacía mi carrera junto a un chico, íbamos adelantando por fuera casi todo el camino aunque pronto decidí seguir por mi cuenta. Me sentía bien, aunque iba con el freno echado.
Pasamos por Moabit cruzando por el enorme cruce de caminos que deja la iglesia a la izquierda de la carrera. Al llegar al km 7 podíamos ver de nuevo el
Reichstag o el Bundestag, no sé que diferencia hay, supongo que uno es el edificio y otro es algo así como el parlamento que se celebra en él.
Sobre el km 8 pasamos por amplias avenidas rodeadas de centros comerciales, justo después de un giro a la izquierda que luego desembocaría en otro giro, esta vez a la derecha. Enganchamos
Torstrabe llegando hasta el 10 ya en el barrio de
Mitte. Se me hizo volando. Fui todo el camino en 5.05-5.10 aunque la media se echaba a perder por los continuos parones debido a la gente. Los primeros 5 km en 26´, y del 5 al 10 igual: 26´ iba clavando tiempos aunque costaba coger un ritmo propio con tantos parones. No hablemos ya de los avituallamientos.
Giramos en
Mollstrabe y visualizamos claramente la enorme antena de la RDA que da imagen a Berlín junto a la puerta de Brandenburgo. Y desde ahí a la avenida
Karl Marx donde por fin se pudo correr y apretar un poco el ritmo hasta llegar a la rotonda de
Strausberger Platz, abarrotada de gente animando sin parar.
Giro a la derecha y otra enorme avenida repleta de gente hasta cruzar de nuevo el río ya por el km 13. Pasamos
Moritz Platz y giramos hacia la izquierda hacia el siguiente avituallamiento en el km 15: 26´ clavado el 5000m. Me sentía bien, sin cansancio ni dolores, comiendo, bebiendo, siempre adelantando y a buen ritmo y sobre todo disfrutando de la gente, del ambiente, de la ciudad y de la multitud de bandas de música (todo tipo de música). Sonó desde música de orquesta y/o clásica hasta Bob Marley, pasando por ritmo africanos, el "we are the champions" o rock como los Pixies o Seven Army. Los mejores los punkarras que estaban con la música a todo gas por el balcón de su casa allá por el km 33-34. Era bonito ver también a gente que individualmente sacaban su batería, violín o lo que fuera para animar con algo de música. Animaba mucho y nunca dejó de haber gente dando palmas y gritando tu nombre: una pasada.
Sobre el 16 cruzamos un canal del
Spree por debajo de un puente, tremendo el ruido, ensordecedor, más si cabe con la música de una banda que justo estaba en ese punto. Luego giro a la derecha rumbo a
Kreuzberg la zona donde salí a entrenar un par de días antes, el barrio turco por excelencia. Pasamos por el parque
Hasenheide, precioso, y llegamos hasta
Südstern, una impresionante iglesia estirada casi hasta el cielo.
Recorrimos la avenida
Gneisaustrabe por un precioso bulevar lleno de gente y vegetación (que siempre acompañó durante la carrera, a excepción de las zonas céntricas claro). Dejamos la eterna avenida para realizar la media marathon en
Goebenstrabe rodeado de viejos edificios de la RDA. Pura historia. Sin cansancio, sin dolores, aun adelantando gente a tirones y evitando golpes, parones y caídas en los avituallamientos (frutas, bebidas isotónicas, té caliente y agua). La media en
1:51:05, muy buen tiempo, manejándome incluso por debajo del 3h45´. Todos los 5000m en 26´ clavados, siempre manteniendo el ritmo a pesar de ir a tirones (creo que mi ritmo real estaba en 5:10 pero realmente marcaba 5:16).
Me vine arriba, en los km previos a la media y justo después de ella, me vi bien de piernas, siempre muy bajo de ppm, toda la carrera en 160ppm casi sin sentir que estaba forzando, iba alegre. Enlazamos varios parques alrededor de la carrera, siempre verde alrededor, como
Kleitspark en el km22 y seguimos haciendo camino. Pasamos junto a
Rathaus Schoneberg, un edificio imponente, sobre el 23 y cruzamos las vías del tren por un puente ya en el 24. El km 25 apreté y bajé a 5:00. Y luego bajé el ritmo pensando que todavía quedaba mucho y además porque ya empezaba a notar dolores en la pierna. Además perdí muchísimo tiempo en el avituallamiento del 25, era una calle estrecha y se montó una pelotera enorme.
Casi desde el principio vi gente parándose, evidentemente al principio por lesiones, pero luego simplemente por cansancio. La verdad es que no entiendo como la gente se apunta a un maratón sin prepararse, sobre todo de este calibre. Entiendo que es una fiesta y que el rollo está de moda, pero joder, hay que tener un mínimo de dignidad al menos y por qué no, de respeto hacia la gente que sí sale a correr. ¿Cómo se le ocurre a la gente cruzar de lado a lado de la calle para coger agua y luego pararse a andar en el mismo avituallamiento para beber? Coge el agua corre 40m y allí te paras... ¡qué rabia! Pero bueno,... 47.000 personas y mucho "turista deportivo". En el albergue donde me quedé, había un pibe de Malasia que me contó que esta era su trigésima (!) Maratón, y no tenía más de 35... y nunca bajó de 4h 30 ¡qué locura!
Giro a la derecha y llegamos hasta
Friedich Wilhem Platz, precioso el lugar y alrededores, mucha gente animando y empezaba la cuesta arriba de la carrera. Sabía que el km 28 estaba el avituallamiento de los geles (evento de Champions League) y empezaba a notar que lo necesitaba. Sin embargo no iba forzado, todo lo contrario, pero las piernas...
Pasamos por otro precioso y verde bulevar:
Sudwestkorso. Ahí tomé aire y me animé para volver a aumentar el ritmo. Luego vendrían los dolores: lo pasé mal hasta llegar al avituallamiento del 28. Cogí un par de geles, uno de ellos lo tomé del tirón: lo necesitaba. El otro lo guardé para más adelante.
Pasamos por
Platz and Wildem eber (el cochino jabalí que por cierto nunca llegué a ver) y giramos hacia el norte tras pasar por
Betty Hirsch Platz,... parques y más parques. Subimos por
Hohernzollerndamm para pasar el km 30 a partir del cual empezó mi calvario... Llegué muy justito al avituallamiento de ese km pero en el 31 la pierna dijo basta. Me dio un fuerte tirón, me quedé casi vacío... tuve que parar, estirar un poco, caminar y volver a la marcha. No me puse nervioso, simplemente entendí que era lo normal: llegué lesionado y sin entrenar el último mes. Además quedaban 10km, incluso podía permitirme el lujo de terminar caminando desde ahí... era el objetivo: terminar.
Pero volví, comí algo de frutos secos que llevaba guardados desde el inicio y me puse a correr primero a ritmos muy bajos y luego más altos. El ambientazo en
Fehrbelliner Platz me empujó y volvía a correr por debajo de 6´. Sin embargo los dolores permanecían y se intensificaban. Llegamos hasta
Kufurstendamm, rodeados de tiendas carísimas, pura demostración de ostentación y riquezas del capitalismo más salvaje del Oeste y justo cuando estábamos pasando por aquella reliquia viva de
Kaiser Wilhem-Gedachtnis-Kirche me dio otro tirón y tuve que volver a parar a estirar. La gente me gritaba: "¡Come on Jose Alberto!!" tras leer mi dorsal y yo correspondía con sonrisas y gracias, y volviendo a la carrera una vez más, con más fuerza si cabe.
Pero estaba muy tocado... ese km 35 lo hice en 6:39 y el siguiente en 6:45. Luego la carrera volvió a girar al norte sobre el km 37 y volví a notar sensaciones positivas, aunque nunca sin forzar, había que seguir y aguantar, era momento de guardar la ropa. Sin embargo cogí una buena marcheta, iba detrás de una chica italiana que iba con ritmo lento pero sin parar, la seguía casi con el gancho hasta llegar al 38. Ese avituallamiento ya fue una locura, todo cristo parado o andando, así que si querías beber tenías prácticamente que pararte tu también, eso corto mi ritmito... pero el agua me vino bien para recuperar las últimas fuerzas.
Del 25 al 30 en 27´, del 30 al 35... 32´ las piernas flaqueaban. Pero sin embargo los últimos kilómetros me vine arriba y corrí casi siempre por debajo de los 6:00 a pesar del dolor y el cansancio. Tras el 38, giramos a la derecha y cruzamos
Postdamer Platz, literalmente abarrotado de gente, iba escuchando a españoles gritar mi nombre y darme ánimos cada pocos metros, y eso, y el ritmito de la italiana, me iban llevando hasta la meta. Viendo el tiempo pensé que tenía en mi mano bajar de las 4 horas, lo cual me pareció impensable corriendo tan roto como iba. La larga avenida donde el día antes vi la maratón de patines en línea se me hizo incluso corta a pesar de que es de los lugares con menos gente. La banda de los tambores y ritmos africanos me empujó al km 39 y desde ahí la carrera se convertía en una autentica delicia: una visión constante de edificios impresionantemente bellos, como la plaza de
Konzerthaus y Gendarmenmarkt y un griterío apasionante que no deja de repicar en los oídos mientras callejeabas hasta desembocar en
Unter den Linden,... y desde ahí: la gloria.
Al fondo ves el arco, la figura de los cuatro caballos y del águila imperial justo arriba de la puerta hacia la gloria, hacia
Brandenburgo. Ya no escuchas tu nombre, puesto en el cielo por algún paisano, no oyes los gritos ni los ánimos, te olvidas del reloj y el mundo se para. Solo tienes ojos para esa puerta gloriosa que tanta historia vio pasar en la larga noche de los tiempos, solo tienes oídos para escuchar tu corazón, retumbando en el pecho a 180 pulsaciones, solo tienes en tu pensamiento aquellos que tanto te dieron y ya no están contigo, piensas en tu familia y en el orgullo y honor de llevar tu apellido a donde otros ni siquiera sueñan. De pronto, en trance, pasas por esa puerta, atraviesas el sueño y despiertas con el pitido de los chips al pasar por el kilómetro cuarenta y dos, devolviéndote a la carrera entre lágrimas, y sacando fuerzas imposibles para tirar hacia adelante los últimos cien metros y terminar señalando con una mano al corazón y otra al cielo justo antes de convertirte en un héroe.
3 horas, 56 minutos, 28 segundos. MMP en una Maratón, a pesar del tiempo oficial bruto (
4:19:54) y de lo difícil que es correr con tanta gente. Casi dos horas más que Eliud Kipchoge (KEN) vencedor de la prueba con 2h04. Y teniendo en cuenta la lesión y el mes previo sin entrenar. Terminé en el puesto
14.139 y el
1906 de mi categoría (de 6147 - en el percentil 70), Muy muy contento, sobre todo por haber tenido la oportunidad de conocer esta ciudad que tanto me ha impresionado y tanta huella ha dejado en mi.
En París lo pasé de lujo junto a mi compañero de fatigas, nos reímos, disfrutamos y sufrimos juntos. Esta experiencia fue diferente, la soledad durante el viaje, la incertidumbre de la carrera, no sé... creo que también guardaba dentro muchos sentimientos encerrados que afloraron al pasar por aquella majestuosa puerta a la gloria. París y Berlín... se dice pronto, por fuerza la siguiente debe ser Londres jejeje... ya veremos, ya...
Ahora toca descansar pero sin dejar de pensar en otros retos. Me queda la espinita de pensar que sin la lesión podría haber hecho una marca notable y eso, quién sabe, me puede llevar a intentar llegar preparado para finales de enero a la Maratón de Las Palmas... ya se verá... dependerá de las ganas y las posibilidades que tenga de salir a correr en los dos próximos meses.